ARTÍCULO
TITULO

Morfología urbana y ciclo del agua en la metrópolis contemporánea. Potencial de las condiciones hidrográficas en fragmentos del Área Metropolitana de Barcelona

Joan Maria Martí Elias    
Carles Crosas Armengol    

Resumen

La gestión del agua juega un papel fundamental para lograr entornos urbanos más resilientes e integrados con su medio a través de la optimización de sus lógicas metabólicas. Episodios climáticos recientes, en los que sequías o temporales cada vez más comunes afectan al suministro y el equilibro de las ciudades, constatan la importancia de reformular el uso de este recurso, ligado históricamente al desarrollo urbano. Habitualmente, su rol ha quedado supeditado a otros factores propios del planeamiento, como la estructura y morfología urbanas o la valoración del suelo, y la gestión hídrica ha aparecido como un elemento secundario, condicionado por normativas que responden a escalas diversas. Por un lado, los códigos de edificación sí han avanzado en la regulación a la escala de los edificios; por el otro, el planeamiento territorial también ha incidido tradicionalmente en este aspecto. Pero en la discusión entre las escalas, destacan los tejidos urbanos como espacio intermedio y para ello se quiere profundizar sobre la capacidad de influencia de la forma urbana en la gestión del ciclo del agua.  En las bases disciplinares de esta investigación figuran aproximaciones científicas al análisis de la forma urbana que permite estudiar la ciudad a través de sus partes. Se busca entender el funcionamiento de los tejidos urbanos desde la perspectiva del ciclo del agua y el metabolismo urbano, superando planteamientos inconexos entre edificación y urbanización. En este marco, se huye de la mirada generalista sobre el sistema infraestructural de abastecimiento y saneamiento propio del sistema metropolitano, para poner el foco en lo que consideramos el agua de proximidad, empezando por entender los medios relativos a la precipitación y al consumo a escala local.  La precipitación está sujeta a un régimen estacional, cada vez más abrupto en el paisaje mediterráneo, con menos episodios, pero de mayor intensidad. Esta situación lleva a menudo al límite la capacidad de los entornos urbanos, ya sea para absorber tales cantidades sin ser damnificado, o para conservar este recurso para períodos de escasez. Por otro lado, la producción de aguas grises, procedentes del consumo del agua de red por parte de los habitantes de la ciudad, se considera un recurso por sus posibilidades de aprovechamiento y por la constancia de su producción, siendo éste un flujo continuo que no depende de factores climáticos. Establecido el origen del recurso se enumeran las acciones que se pueden realizar para una mayor optimización del ciclo del agua en entornos urbanos, estableciendo los parámetros con los que se clasificarán los tejidos. Se consideran tres grandes categorías de acciones: 1/ la conducción, siendo la solución habitual en la actualidad, en la que el agua precipitada es recogida y desplazada; 2/ el almacenamiento para determinados usos que permitan descongestionar la demanda de un sistema que tiende a su saturación, y 3/ la infiltración en el subsuelo. Esta última contribuye, por un lado, a la reducción del efecto de isla de calor urbano, atenuando la temperatura ambiental, y por otro, a la recarga de las masas de agua subterráneas, los acuíferos, de los cuales depende en gran medida el equilibrio hídrico del territorio. A partir de una combinación de estas acciones se pueden producir diversos tratamientos, que permitan obtener la calidad mínima necesaria que varía en función del uso que se le dé al agua de proximidad. El estudio de fragmentos urbanos de 500 x 500 metros dentro del Área Metropolitana de Barcelona se realiza a través de la tecnología GIS a fin de obtener muestras diversas de tejidos urbanos como laboratorio para la comparación de sus capacidades y características, desde la perspectiva de la gestión del agua. La combinatoria de fuentes de catastro, población, planeamiento y mapas temáticos como el de las coberturas del suelo, permite construir un atlas de tejidos metropolitanos, poniendo especial atención a diversas variables: 1/ capacidad de recogida, en función del volumen edificado (m2 cubiertas), y de la superficie impermeable del espacio urbano (m2), ya sea público o privado; 2/ capacidad de consumo y producción de aguas grises ?depende directamente de la densidad del tejido urbano (número de habitantes totales en el área) pero también de ciertos modelos residenciales que varían en distritos y municipios del ámbito metropolitano; 3/ gestión de la escorrentía? directamente relacionada con la topografía del ámbito, con comportamientos muy diferenciados en el ámbito de las laderas metropolitanas, en el llano o ámbitos deltaicos; 4/ gestión de la infiltración ?directamente relacionada con el porcentaje de superficies permeables, ya sean públicas o privadas, así como la capacidad del subsuelo de absorber el agua, es decir, de la composición geológica del sustrato de la ciudad. La proximidad del nivel freático, así como la presencia abundante de suelos cuaternarios con alto coeficiente de infiltración en las zonas bajas del Área Metropolitana de Barcelona, contrastan con los sustratos rocosos propios de las zonas más próximas a las formaciones montañosas.  A través de esta metodología es posible clasificar los distintos tejidos urbanos a partir de sus características morfológicas, estudiando el volumen edificado, las superficies urbanas, la densidad, el entorno y el sustrato, como un primer paso para abordar la transformación del espacio público y el espacio construido a partir de las dinámicas del agua. El conjunto de casos estudiados muestra interrelaciones interesantes que ponen en relación morfología, topografía y comportamiento social; y pretende ser un primer catálogo para discutir las intervenciones más apropiadas cuando se introducen las dinámicas del agua en la génesis del proyecto urbano.

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