ARTÍCULO
TITULO

El lugar ante el paisaje = The site through the landscape

Miguel Angel Aníbarro    

Resumen

Las nociones de lugar y paisaje están tan entrelazadas que tienden a confundirse. El paisaje se refiere a la consideración perceptiva de un campo extendido hasta el horizonte a través de una mediación estética, vinculando originalmente la visión y la pintura. El lugar está referido a la experimentación de un haz de significados ligados a un paraje determinado. Mientras el paisaje implica percepción, extensión y mediación artística, el lugar supone experiencia, concentración y condensación de significados: por ésta razón tiende a conectarse con la arquitectura.El paisaje se contempla desde fuera, pero su extensión y profundidad invitan al recorrido. En el camino, al apreciar los aspectos cambiantes del panorama e integrar sensaciones visuales con las olfativas, auditivas, táctiles y cinestésicas, el paisaje se disfruta. En cambio al lugar se llega, en el lugar se está, y la consideración de su magnética presencia es un componente primordial de la experiencia.La densidad de los significados adscritos al lugar es frecuentemente resultado de una simbiosis entre el sitio y la obra arquitectónica en la que ésta pone de manifiesto, o refuerza y desarrolla, el carácter de aquél. Pero también en los lugares naturales puede encontrarse ese característico espesor de los significados. Por su parte los paisajes se configuran a través de prolongados procesos morfogenéticos, en los que intervienen tanto las fuerzas naturales como los fenómenos de antropización; pueden pasar por periodos sucesivos de intensificación o abandono, y se acumulan en estratos superpuestos que les dan su forma particular.A continuación se aborda este entrecruzamiento de lugar y paisaje en unos pocos ejemplos que plantean aspectos, escalas y situaciones distintos. Los volcanes Poás y Vesubio muestran que ciertas condiciones de los escenarios naturales favorecen su identificación como lugares. La Villa d?Este descubre los mecanismos de simbolización que permiten configurar un lugar artificial por medios arquitectónicos. Río de Janeiro brinda una ocasión excepcional para hacer la lectura de una ciudad inserta en el paisaje que la acoge. Finalmente, en el mismo ámbito, la bahía de Guanabara y el Pao d?Açúcar permiten examinar el paso de la estructura del paisaje a la experiencia del lugar. Landscape and notions of place are so intertwined that tend to be confused. The landscape refers to the perceptual consideration of a expanded field to the horizon through aesthetic mediation, originally linked to vision and painting. The place is referred to experimenting with a beam of meanings attached to a particular site. While the landscape involves perception, extension and artistic mediation, the position presumes experience, concentration, and condensation of meaning: for this reason, it tends to connect with architecture.The landscape is viewed from outside, but its extent and depth invite to path walk. On the way appreciating aspects that change of panorama and integrating visual sensations olfactory, auditory, tactile and kinesthetic, scenery is enjoyed. To the place is reached, in the site is being and the presence is an essential component of the experience.The density of meanings attached to place is often the result of a symbiosis between the site and the architectural work in which reveals or reinforces, and develops its character. In natural spaces, it can also be found this characteristic thickness of meanings. Landscapes are configured through prolonged morphogenetic processes, which involve both natural forces and anthropogenic phenomena. Passing through successive periods of intensification or abandonment, they accumulate overlapping stratum that give them their particular form.The following it deals with this intersection of place and landscape through a few examples that pose some issues, scales and situations. Volcanoes of Vesuvius and Poas show that certain natural conditions favor their identification scenarios as places. The Villa d'Este discovers symbolization mechanisms configuring an artificial place by architectural meanings. Rio de Janeiro offers a unique opportunity to make a reading of a city inserted into the landscape that its welcomes. Finally, in the same field, Guanabara Bay and Pao d'Acucar examine the change of landscape structure to the experience of place.

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