Resumen
La arquitectura y la ciudad son generalmente consideradas como obra exclusiva de nuestra disciplina y profesión. Esta idea no es del todo correcta pues existe una arquitectura que nace desde lo cotidiano y lo ordinario, un mundo que como arquitectos hemos rechazado e ignorado a lo largo del tiempo. Este artículo plantea que la arquitectura es un agente activo en lo social y político, generando conflictos y reacciones en sus habitantes, quienes dan paso a un proceso de domesticación de su entorno mediante los sobrepuestos arquitectónicos. Entendemos estos objetos como parte de nuestro campo de estudio y herramientas útiles para comprender dinámicas sociales tales como los conflictos de poder.