I. PALABRAS DE BIENVENIDA Y PRESENTACIÓN DE EDUARDO FREI R-T.
El presidente del Consejo de Políticas de Infraestructura celebra la realidad y trascendencia del evento y saluda la presencia de los invitados, a los que reconoce su alta calidad y relevancia. El desarrollo del sector sanitario, y del agua en general, ha sido clave en la dimensión socioeconómica del país, con una trayectoria muy destacable en las últimas décadas. Sin embargo, a partir del 2010 ha debido enfrentar un escenario de cambio climático y sequías prolongadas; se han derivado de aquí impactos y amenazas tangibles sobre el medioambiente, la producción y la calidad de vida.
Hay que recordar qué pasaba en el país con el agua allá por el año 1994: estaban fuertemente contaminados los ríos, lagos y el borde costero. En Santiago, el Mapocho recibía las mugres de la ciudad, además del 90% de las aguas residuales; también estaba el Zanjón de la Aguada, de triste recuerdo. El tema sanitario no aceptaba más postergaciones y debía convertirse en prioritario.
Una nueva mirada fue un aspecto esencial. Las preguntas iniciales tuvieron que ver con los recursos disponibles, con una política de Estado y con la aplicación de una alianza público-privada. También había que afrontar los problemas de gestión del recurso. El año ?94 se presentó el proyecto de ley y que demoró largos cuatro años para su aprobación, casi todo el período presidencial, pero que resultó en un éxito incuestionable a través de un modelo de conveniencias recíprocas para la empresa, el Estado y, sobre todo, para la población. Se invirtieron, y se siguen invirtiendo, cantidades enormes de recursos que el Estado no tenía y que, además, le habría significado una gestión prácticamente imposible de afrontar.
Las inversiones y la disponibilidad de agua, hoy en día, son una realidad en todo Chile, no sólo en la Región Metropolitana. La política pública de provisión se aplica en todo el país, sin discriminaciones. Hay 54 empresas sanitarias que cubren todo el territorio, con una provisión del 99% en agua y alcantarillado y también en tratamiento de aguas servidas; se consiguió en muy poco tiempo, mucho menos que en otras partes. Llegaron las inversiones extranjeras, entre otras la del fondo de pensiones de los profesores de Ontario; así es, profesores de Canadá invirtiendo en agua en Chile. Hoy, el recurso llega a 17 millones de personas, el 80% de la población, el otro 20% dispone de los programas de agua potable rural. En los rankings estamos en el lugar 11 a nivel mundial y Santiago se ubica en octavo lugar.
Antes, había tifus, cólera -ningún caso se ha presentado en 20 años- y hepatitis. Y está el lado financiero: por cada dólar invertido se ahorran 2,5 dólares, es una ahorro acumulado de US$ 22.000 millones. Los cortes no han llegado al 1% y la operación es altamente eficiente para el usuario. Esta política se ha mantenido por más de 20años, implicando además un aumento de la productividad.
Está el tema de las tarifas. Los sectores de menores ingresos, hay que subrayarlo, reciben subsidios que han venido operando hasta el día de hoy, todo regulado por ley, es decir, subsidio permanente en estos 25 años. Vienen otros desafíos, por ejemplo en reutilización, en agua que se va al mar y no se usa, en el tratamiento de arsénico en el agua en algunas regiones y en la construcción de embalses. De aquí al año 2040 se pueden estimar unos US$ 20.000 millones de inversiones necesarias en agua. Hay muchos proyectos en agua potable, de riego y para la industria, y también energía. Están las plantas desaladoras, hay unas 24 funcionando y otras tantas prontas a operar, todo esto con la ley vigente y a través de todo Chile.
La asociatividad público-privada es fundamental, es una herramienta indispensable que ha entregado los resultados que aquí se han destacado. Esta política pública, que requirió decisión y convicción, corresponde mantenerla y actualizarla.